La Grandmother y otros, microcuentos de Pía Barros, Ed. Asterión, 2009, 71 pp.
Pía Barros, qué duda cabe, es propietaria de una efectividad extrema a la hora de escribir minificciones, arte engañoso por la facilidad que sugiere su lectura. ¡Qué mayor atractivo para iniciarse en la narrativa que escribir una narración de pocas líneas! Se asemeja al canto de las sirenas, por lo empalagoso y también por lo fatal. Un trapecista sin red volando por el aire.
La minificción es un arte difícil por múltiples razones que atentan contra la supuesta facilidad para escribirlas. Una de las dimensiones de esta dificultad reside en el manejo del lenguaje: cómo decir mucho con pocas palabras. Aquí existe una intersección muy fuerte con la poesía; es posible moverse en la frontera entre el género narrativo y el lírico. En este terreno, Pía Barros se mueve con gran expedición. Frases precisas, usualmente cortas. Palabras fuertes, sugerentes, a veces terribles y violentas. Imágenes de enorme lirismo que con frecuencia cierran los finales, para otorgar el toque final –estructural y estético- a la minificción.
El humor negro asoma su cabeza sarcástica en estos nuevos microcuentos que nos ofrece Pía Barros; un habitante conocido de su narrativa, habitualmente yuxtapuesto con otras dimensiones como el sufrimiento al que parecemos estar destinados los humanos, la perversidad de las relaciones de pareja o de vínculos familiares directos como madres-hijas o abuelas-nietas. Un humor que por su agudeza y sensibilidad, no sólo nos regala sonrisas, tal vez maléficas o al menos maliciosas, sino que tras sus efectos inmediatos nos arranca reflexiones dolorosas acerca de este mundo por donde preferimos desplazarnos sin reparar en sus dimensiones inconfortables.
Tomo nota –con franca simpatía- de las travesuras microcuentísticas que juegan con el oficio de escribir, las vanidades siempre ridículas de nuestro mundillo de escritores, la lucha contra historias y personajes rebeldes a nuestros procedimientos y lanzo la idea de compilar esta suerte de textos en una antología que pueda servirnos de terapia colectiva.
La literatura como camino estético a la lucidez; aventuro esta simplificación brutal para definir aquellas opciones creativas que me conmueven en la actualidad. Sobre todo cuando más que nunca está en peligro la humanidad por efecto del imperio del pragmatismo y la ambición desmedidas, y del ejercicio ególatra de toda clase de poderes –pequeños y gigantescos- de la cual ninguno de nosotros está exento. Los microcuentos de Pía Barros nos traen de regreso a un mundo de dolores, placer, pieles y almas sometidas al influjo del deseo y la utopía del amor, y nos dejan solos, desnudos y trémulos ante la metáfora que revela los auténticos contornos de la vida.
Diego Muñoz Valenzuela
El análisis no solo es preciso en cuanto a los elementos identificados, sino también bastante concreto al momento de expresar…