Por Alejandro Lavquén
Bestiario (LOM Ediciones), del poeta, ensayista, docente e investigador cubano, de Casa de las Américas, Juan Nicolás Padrón, ha sido publicado en una hermosa edición ilustrada por el chileno Claudio Romo.
El libro, subtitulado animales reales fantásticos, recoge parte de los mitos más célebres en el imaginario del ser humano. Dedicado a “quienes están convencidos de la existencia de estas criaturas” y a “los que dudan o están dispuestos a dudar”, resulta un acierto su publicación, desde el punto de vista literario y gráfico, porque como bien expresa José Miguel Sardiñas en el prólogo, en Bestiario la literatura “sigue siendo un terreno, un río o un mar, y los animales más extravagantes la atraviesan con la confianza con que lo han hecho desde tiempos inmemoriales”. Algo muy cierto, pues desde los primeros atisbos de escritura los animales fantásticos han estado presentes, y desde siempre. Lo mismo que en el arte. Por lo tanto, esta alianza entre Padrón y Romo para dar vida a este volumen, es la continuación de una manifestación de la memoria mítica de la humanidad a través de la palabra escrita y la pintura. Los seres elegidos son treinta, siendo los más conocidos el Roc, la Arpía, el Basilisco, la Hidra, la Mandrágora, el Unicornio, la Salamandra y la Esfinge.
Los animales fantásticos incluidos, pertenecen a diferentes lugares del mundo y son retratados con habilidad por Padrón. Con una prosa amena y con momentos lúdicos en la narración logra cautivar al lector. Las ilustraciones de Romo son notables y con una perspectiva bastante particular en el tratamiento de la imagen. Un ejemplo de los seres fantásticos retratados, es la Mandrágora. Dice en parte el autor: “…desde la antigüedad se le habrían observado otras características que la alejaban del reino vegetal: la forma de su raíz y la semejanza con la parte inferior del cuerpo humano (al punto que pueden distinguirse las del sexo masculino y las del femenino), y el grito de dolor insoportable y maldiciente que desprende al arrancarla.” (…) “Se ha afirmado que quien oye los gemidos de la mandrágora al desenterrarla, muere, y por ello sus cosechadores se tapaban los oídos con pescado” (…) “Hildegarda de Bingen aseguraba que la mandrágora apareció por primera vez donde fue creado Adán; otros daban por cierto que su origen se debía a la eyaculación de un hombre ahorcado. Magia, hechicería y alquimia, incluso como amuleto amoroso, han sido algunos de sus usos. Hoy crece silvestre en cualquier jardín, incluso el suyo…”.
El análisis no solo es preciso en cuanto a los elementos identificados, sino también bastante concreto al momento de expresar…