Por Miguel de Loyola

“El apoyo estatal a la literatura es la forma estatalmente encubierta de la liquidación estatal de la literatura.”

Irme Kertész.

Estas palabras pronunciadas por el protagonista de la novela  Liquidación,  a propósito de su situación particular como editor de una editorial estatal, parecen lo bastante agudas como para sentarse a reflexionar en tornos a sus implicancias. Desde luego, acotan una realidad que no está lejos de la nuestra.

En un país donde las voces de los artistas solían denunciar los problemas sociales, culturales y económicos de la nación, y de pronto éstas se quedan mudas, da mucho qué pensar. Podemos preguntarnos dónde están hoy esas voces, qué ha pasado con aquellos que ayer clamaban por justicia social, equidad, libertad de expresión, educación, mala salud,  corrupción, abusos de poder, enquistamiento de la clase gobernante …

¿Qué pasó también con todos esos medios de comunicación que canalizaban esas voces de protesta? ¿Qué pasó con el espíritu crítico de los intelectuales, llamados a ser la conciencia sensible de los pueblos?

Tal vez los dineros otorgados a los artistas a través del Fondo Nacional del libro y de las Artes pueda interpretarse con las palabras de Kértesz. Han sido cientos de miles de millones de pesos los que ha invertido el Estado chileno en el llamado Fondo de las Artes. Ha sido una fortuna nunca antes imaginada la que ha salido de las arcas fiscales en beneficio de los “artistas.”

Y sin embargo….¿existe hoy un solo medio de prensa libre para canalizar de verdad las voces de los artistas? Por poner un hecho concreto, en el caso de la literatura: ¿Existe hoy una sola revista literaria para acoger la necesidad de diálogo entre las obras de los artistas chilenos?

Después de este detonante alojado por Irme Kertész en la conciencia del lector:

 ¿podemos los escritores seguir viviendo tranquilos?

He ahí  una frase digna de un Premio Nóbel de literatura, encierra y da cuenta de una verdad de valor universal ineludible. El arte, nunca ha ido de la mano del oficialismo, el arte es siempre contestatario, corre por una vía sino opuesta, paralela, pero nunca por la misma, de lo contrario, muere, como bien parece ser el caso del nuestro.