Por María Aixa Sanz
Cuando a Doris Lessing le dieron la noticia de que le acababan de conceder el Premio Nobel de Literatura de ese año (2007), ella venía de comprar del mercado de su barrio londinense, llevaba en cada mano una bolsa de plástico por las que se asoman puerros, cebollas y otra clase de verduras, llegó a su casa cargada y le sorprendió la cantidad de cámaras y prensa que se agolpaba en aquella tranquila calle, pensó que debían estar rodando el capítulo de alguna serie televisiva y fueron los mismos periodistas quienes le dieron la noticia de que acaba de ser galardonada con el máximo premio de las letras.
Nadie después del Nobel puede aspirar a más.
Con la humildad, normalidad y sencillez características en ella, se sentó en un escalón de los tres o cuatro que hay en la pequeña escalera que hay enfrente del rellano de la puerta de su casa y dentro de la estupefacción del momento y dadas las ansias que creaba en aquellos periodistas improviso una afable y campechana rueda de prensa, una de las cosas más importantes que dijo fue que ahora la leerían más lectores y que algunos la descubrirán en ese momento debido al Nobel. Cuanta verdad recogían estas palabras.
Doris Lessing antes del Nobel para muchos lectores maduros era una lectura pendiente, dentro de las cientos de novelas y decenas de escritores que pasan una criba anual en las manos de los lectores, Doris Lessing, en mi caso y en la de muchos quedaba relegada para otra ocasión. Era nuestra lectura pendiente, una espina por quitar en la biblioteca. Como consecuencia del galardón todas las editoriales que tenían libros de la escritora en sus anaqueles no duraron ni un instante en reeditarlos con nuevas portadas y con la faja correspondiente anunciando que aquel libro pertenecía a la Premio Nobel de Literatura de 2007.
En ese momento la lectura pendiente casi se torno en una obligación. Era ya la hora de leerla. Aunque no era tampoco asunto de urgencia. Pero por ese hilo invisible por el cual se mueven las lecturas y se acercan a nosotros unas y no otras y un libro o escritor te lleva a otro, una persona querida me regalo la novela “LA GRIETA”, de Doris Lessing, publicada por la editorial Lumen(que inicia con este título la Biblioteca dedicada a la escritora), me comentó que ojalá hubiese acertado entre la marea de libros que se nos ofrecen. Y acertó. Acertó de lleno por tal motivo siempre le estaré agradecida.
“LA GRIETA”, es una de esas novelas en que el lector se reencuentra de lleno con el placer que le proporciona leer y que a veces por culpa de una cuantos títulos mediocres se intuye que se pierde. Con “LA GRIETA” me encontré con ese placer, con la respuesta a porqué soy lectora desde niña. No sé qué características debe reunir un escritor para ser premio Nobel, no sé si Doris Lessing, las reúne, solo sé que es una escritora en mayúsculas y que dentro de la literatura hay varias clases de escritores. La Lessing pertenece al grupo de los elegidos y como buena conocedora del oficio y maestra, es capaz de reinventar el mundo desde “LA GRIETA”, es capaz de contarnos la creación de la mujer y el hombre desde una perspectiva, desde un lugar, desde una experiencia completamente distinta a la que conocemos y tirando de la imaginación, inventa un mundo de grietas (mujeres) a las que su plácida vida cambia cuando una de ellas, descubre que al otro lado de la Roca de la Muerte hay un valle lleno de chorros (hombres). Descubrimos con las grietas y los chorros: el comienzo del mundo y de las sensaciones, las caricias y el miedo, las andanzas y la cordura, las costumbres y la ternura…
“LA GRIETA” es una aventura, es arrancarle otra posibilidad a la literatura, es poner la imaginación al servicio del lector, es una novela que solamente puede haber sido escrita por una escritora en mayúsculas, una maestra en su oficio. Eso es lo cierto. Esa es la incuestionable verdad de esta premio Nobel.
© MARIA AIXA SANZ
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DORIS LESSING (Gran Bretaña, 1919)
Novelista británica cuyo interés por la psicología se traduce en su exploración novelesca de la locura y el autoanálisis. Gran parte de su obra está basada en la vida cotidiana e interior de mujeres sensibles y perceptivas. Nació en Persia (actual Irán) y creció en el sur de Rhodesia (actual Zimbabwe). Se trasladó a Inglaterra en 1949. Entre sus obras más notables figuran la pentalogía titulada Hijos de la violencia (1952-1969), un relato, en gran medida autobiográfico, articulado en torno al personaje de Martha Quest, y El cuaderno dorado (1962), su novela más famosa. Esta última se ha convertido en un clásico de la literatura feminista por su estilo experimental y su análisis de la personalidad, la creatividad y la identidad femenina. Su primera novela, Canta la hierba (1950), está ambientada en África, al igual que la extensa antología de relatos publicada bajo el título de Cuentos africanos (1951). Otras novelas dignas de mención son Instrucciones para un descenso al infierno (1971), El verano antes de la noche (1973), Los matrimonios entre las zonas tres, cuatro y cinco (1980), El experimento sirio (1981), La buena terrorista (1985) y El quinto hijo (1988). En busca de un inglés (1960) es un volumen de recuerdos personales…
El análisis no solo es preciso en cuanto a los elementos identificados, sino también bastante concreto al momento de expresar…