Por Rolando Rojo

Desde hace algún tiempo, quienes somos consumidores de literatura, venimos tropezando en la crítica, en las entrevistas y en las polémicas literarias, con una serie de conceptos y expresiones que, al parecer, no requieren más justificación que la voz autorizada de quienes las emiten. En cualquier otra disciplina y, con especial énfasis en materia penal, cada una de ellas requeriría justificaciones, pruebas al canto, argumentos probatorios, testigos. Sólo en el terreno literario se permiten, impunemente, expresiones como: “autor cobarde”, “autor mediocre”, “recadero”, “cómplice”, “cortesano”, “perro faldero”, etc.

En cuanto a la obra literaria misma, encontramos, sin explicación alguna o con explicación casuística, términos como: “subliteratura”, “escasa densidad literaria”; “prosa de laboratorio”; “estilo plúmbeo”; “poemas execrables”, “novelas petrificadas”; “tono impostado”, “diálogos maqueteados”, “tono epigramático”, “alarde cacofónico”, “virtuosismo verbal”, “novelas adocenadas”, “historia que mesmeriza”, “prosa mortecina”, “parrafadas cursis”, “estilo glaseado” etc. Se hace distingo entre “escritor” y “escribidor”. Cuando a un celebrado narrador se le pregunta cuál es la diferencia, responde: “Una escritora es Silvina Ocampo. Una escribidora es Marcela Serrano” (¡¿?!). Al mismo escritor se le consulta qué es la literatura chilena. Respuesta: Probablemente las pesadillas del poeta más resentido y gris y acaso el más cobarde de los poetas chilenos: Carlos Pezoa Véliz…” Otra joyita: “¿Qué piensa de la literatura chilena en el exilio? “…en primer término que no es literatura y en segundo que tampoco es exilio. En rigor , no hay literatura chilena en el exilio…”

¿Qué hace el simple lector, el consumidor anónimo, el que compra libros frente a esta andanada de conceptos que pretenden ¡explicar! una obra literaria? ¿Actuar, acaso, por compensación y deducir por cuenta propia? ¿Si le hablan de subliteratura concluye que habrá una epiliteratura? ¿Si lee “novela petrificada”, piensa en novelas gasificadas o líquidas? Ya que existe el estilo plúmbeo ¿existirá el estilo plumado? ¿Si hay literatura “light”, habrá otra “weight”? Puesto que existen los escritores mediocres, ¿otros se clasificarán en superiores y pésimos? ¿Cómo tomar esto de “prosa de laboratorio” para no confundirla con probetas, tubos de ensayo, alquimia? ¿Y qué me dicen de la prosa mortecina, de los diálogos maqueteados, de los tonos impostados? Sería conveniente que estos especialistas en cuestiones literarias, se dieran un poco de tiempo para explicarnos, a los simples lectores, sus ingeniosos conceptos vertidos sin complejos ni censura en las críticas y polémicas literarias.