Del cuerpo. Desde el cuerpo. El cuerpo enfermo que deja de ser el templo del espíritu para convertirse en un tirano sordo, que no transige. El instrumento que se asea y se nutre para que no interfiera en las labores del intelecto ha cambiado el orden de las cosas. Ha tomado el mando.

Metáfora de la enfermedad, donde se ve la salud como el paraíso perdido.

Memoria ¿cómo era? El enfermo reconstruye, reinventa, saca cuentas.

La celebrada autora de La infinita, la irreverente que se atrevió a escribir Sangre en el ojo y Galanario, la viajera que escribió su canción de amor latinoamericano en Por América ha escrito en El cuerpo Sorprendente su historia íntima, y es capaz de enseñarnos sin retórica ni dramatismo los tonos y matices de la convivencia de una mujer con su cuerpo enfermo.

Días de Mayo

Mi cuerpo empieza a independizarse.

No quiere despertar, no puede levantarse.

Vamos, le digo, hay que trabajar.

Con esfuerzo lo incorporo, lo visto, le doy café,

pero no responde.

permanezco inanimada

pasa la mañana

pasa el día como si se disolviera.

El hermoso cuerpo

Perpleljo de sí mismo

sin saber en qué idioma hablarse

por las aceras sin gente

frías en agosto las aceras sin gente

camina lento, lento

mi gallardo cuerpo enfermo.

Ni en el momento más oscuro

Ni en el momento más oscuro,

En el abandono o en el miedo, en esos sótanos,

Se me pasó por la cabeza que mi cuerpo me atraparía.

Tenía otra oportunidad

De espaldas caí

mi cabeza golpeó en el pavimento

como una sandía que se revienta.

Estoy muerta, me dije.

¡No la levante!¡no la levante!

gritaban mis vecinas.

Después, me di cuenta que me incorporaban

que me llevaban a casa

que me sentaba en el sofá.

No estaba muerta,

tenía otra oportunidad.

Eugenia Echeverría es autora de un singular obra literaria que se inicia con el volumen de cuentos Las cosas por su nombre ( Editoriasl Zig-zag, 1967) y continúa con Cambio de palabras ( Editorial Universitaria, 1972) ampliamente celebrados por la crítica. Pasa sin ninguna dificultad de los relatos intimistas a las crónicas de viajes publicadas en diversas revistas y periódicos del continente, así como a la más elaborada poesía con el lanzamiento de La infinita ( Katún, México, 1983) , Cuecas de Mar Afuera (Villicaña, México, 1985), Sangre en el ojo (Sin fronteras, Santiago, 1986) Galanario (Bravo y Allende Editores, Santiago, 2003), Por América ( Bravo y Allende Editores, 2007) y a relatos infantiles y juveniles con Vengan a ver a Alfredo, El Tren nocturno y Canción del Caballo Velero entre otros, y de ahí a los estudios de cultura popular con el libro Tepoztlán, ¡que viva la fiesta! Publicado en México en 1996.