Por Miguel de Loyola
En La Playa, queda otra vez de manifiesto la gran sutileza sugestiva de la pluma del escritor italiano Cesare Pavese (1908-1950). La breve nouvelle se articula a partir de un narrador personaje que nos cuenta un episodio de su vida, muy al estilo del narrador que campea en la novela europea actual. Este hecho, ciertamente, conlleva a preguntarse qué ha cambiado en el arte de la ficción en los últimos cincuenta años, si el narrador de esta novela podemos identificarlo como semejante al actual, y lo mismo ocurriría si analizáramos otras novelas y otros autores contemporáneos a Pavese.
La pregunta, por cierto, nos remite directamente a otro asunto, ya no de orden formal, sino de fondo. En la novela actual el narrador se complace en detallar minuciosamente sus placeres o displaceres, en tanto que en la nouvelle de Pavéese, el narrador opta siempre por insinuar, antes que pormenorizar punto por punto su mundo circundante. Así, surgen hoy en la novela escenas que ayer pasaban por pornográficas a la hora de hablar de sexo y erotismo, por ejemplo, en tanto que hoy, ya a nadie, o a muy pocos lectores los sorprende este cambio de perspectiva, muy por el contrario, suelen ser motivados por la indudable morbosidad que genera un relato de esta naturaleza.
Pavese en La playa, nos introduce en medio de un sofisticado grupo de veraneantes, quienes parecen tener todo el tiempo del mundo para el descanso y el ocio. El narrador personaje, invitado por su amigo Doro, llega a Génova a pasar el verano con él y su mujer, aunque sin ser huésped de los mismos en su casa en la Riviera. La amistad con Doro, se remite a muchos años atrás y el casamiento de éste con Clelia, habría debilitado esa amistad en algún punto. Lo mismo que la personalidad de Doro, al menos así parece plantearlo este ambiguo narrador personaje, quien no duda en cuestionar la personalidad de todos los amigos actuales de la pareja. Pero particularmente, la de las mujeres y a la propia Clelia, un verdadero enigma: Sin embargo, durante el transcurso del relato, los acontecimientos no son precipitados hacia ningún extremo para que se produzca el clásico desenlace, pero la novela sigue generando expectación hasta la última página, gracias al manejo de esta pluma maestra de Pavese en el arte de la insinuación.
Más de alguna semejanza encuentro en esta nouvelle de Pavese con Los alegres muchachos de Aztavara de Manuel Vázquez Montalbán, cuyos acontecimientos también giran en torno a un grupo de jóvenes veraneantes, pertenecientes también a una clase social libre de presiones económicas, con la única diferencia que esta última fue escrita en 1987 y La playa en 1942. Un paralelo entre ambas novelas podría demostrar la tesis formulada respecto al narrador. Tampoco pasa desaperciba la gran influencia de la literatura Norteamericana en la obra Pavese, quien fuera admirador y traductor de los hoy grandes clásicos norteamericanos: Faulkner, Scout Fitzgerald, Dos Passos, Melville,etc.
El análisis no solo es preciso en cuanto a los elementos identificados, sino también bastante concreto al momento de expresar…