Identidad Suspendida: una montaña rusa, por Omar E. Vega (2007)
Si hay una cosa que me carga es leer una novela de 500 páginas donde no pasa nada hasta la página 400. Pareciera ser que existe una moda literaria de aumentar artificialmente el volumen de los libros, como si la calidad de los mismos se midiera por la cantidad de letras de contienen.
Creo que se trata no solo de una falta de conciencia ecológica, al desperdiciar árboles y tinta en tramas flojas y sin sentido, sino que también de una falta de respeto al lector, quien se esfuerza en leer esos ladrillos, apretado como sardina en el metro. Por eso, fue un alivio leer la novela de Sergio Amira “Identidad Suspendida”, pues rompe con muchos cánones establecidos, tales como aquel que dice que para hacer buena literatura hay que aburrir al lector abrumándolo de páginas.
“Identidad Suspendida” es todo lo opuesto. Se trata de un libro breve, de sólo cien páginas, escrito con un derroche delirante de energía, que mantiene al lector durante todo el relato con el alma en un hilo. No hay problemas de continuidad, ni de exceso de personajes. Muy por el contrario, la lectura es de fácil comprensión y seguimiento, y sus escasas páginas nos transportan a los orígenes del hombre y a su destino final, mientras nos deslumbra con tecnología futurista y conspiraciones secretas, y nos describe personajes de extraña belleza y personalidades enfermizas.
Antes de proseguir mi crítica, debo confesar que quizás mi juicio no será imparcial, pues me gusta como escribe el autor. Recuerdo haber leído, hace un tiempo atrás, en el sitio de TauZero, una novela gratuita titulada “En el Bunker” firmada bajo pseudónimo. Era un libro tan divertido que me hacía morir a carcajadas, en particular cuando veía reflejados en el texto a escritores que yo conocía, sacados del mundo real y clonados para siempre en letras de imprenta.
“Identidad Suspendida” es una obra más seria que aquella, pero no menos rupturista e innovadora. Está escrita en un solo capitulo que se lee de principio a fin, sin descansos ni cambios radicales de escena, con acción a gran velocidad que no aburre. Si pudiéramos compararlo con algo, quizás podríamos decir que se trata de un viaje en montaña rusa, que te atrapa de principio a fin en un torbellino de giros y emociones, siendo particularmente cautivante la manera como el autor plasma sus personajes y crea las situaciones.
En género, se trata de una mezcla entre novela policial, ciencia ficción, crítica social y metafísica, cuando no teoría literaria, que no deja indiferente a sus lectores pues toca temas del gusto de todos. Además, Amira hace intenso uso de la ironía y de la comedia para impresionarnos, jugando no solo con las vivencias de los lectores como testigos de la historia reciente, sino también con sus sentimientos y credibilidad.
El estilo de la novela se puede enmarcar en la literatura de metalenguaje. Vale decir, tenemos a una voz que narra los eventos, pero a la vez nos explica como escribir novelas, y que pasa de ser un comunicador pasivo a protagonista de la historia, quien nos describe su propia identidad a medida que transcurre la novela. Nos preguntamos entonces ¿Quién es el autor? ¿Quién es el protagonista? Y más importante aún, a través de sus recovecos y giros literarios, la novela nos hace preguntarnos a nosotros mismos quienes somos en verdad; que significa realmente ser.
Al final, la trama de la novela es poco importante, aún cuando está muy bien lograda. El protagonista pertenece a una secta secreta llamada “La Compañía” que usa redes humanas y alta tecnología para dominar el mundo. Es un sicario que elimina a quienes sus jefes le ordenan, pero además asesina de aburrimiento, como si al matar a las personas eliminara su propio vacío existencial. Como si el protagonista estuviera cansado de vivir en este mundo tan absurdo que es la sociedad moderna.
La parafernalia de ciencia-ficción y de ocultismo, que la novela tiene, es usada a modo de escenario de cartón piedra para decorar fenómenos más profundos, propios de la naturaleza humana y de la creatividad artística. Es así como se explica el sacrificio humano como fuente de energía cósmica, a la manera de los antiguos chamanes del viejo y del nuevo mundo. En su tiempo la sangre alimentaba la tierra del maya, regenerando el universo sagrado. Esa misma energía es usada en la obra para explicar el porqué del sacrificio de Allende en la Moneda. Por su parte, la arquitectura gótica se reinterpreta en términos de ingeniería electrónica, usando las catedrales a modo de potentes equipos de comunicaciones. En clave de ciencia ficción, se describen implantes biológicos en el cerebro que sirven de módems con redes satelitales y que transforman a los humanos en zombis donde las identidades se superponen a la manera de las ondas de probabilidad de la mecánica cuántica. Sin olvidar el tributo que Amira hace a Lovecraft, describiendo civilizaciones de un pasado muy remoto, que conviven con otras de un futuro muy lejano, pobladas de seres misteriosos que permanecen en la sombra.
Y sin embargo queda la duda. ¿Lo descrito se trata de una novela real o es solo una colección de imágenes de la cultura pop, que el autor magistralmente juntó en un todo coherente? ¿Es el protagonista quien dice ser, o sólo se lo imagina? ¿O acaso todo es solo un sueño magnífico del autor que nos describe su universo? Esto y muchas otras sensaciones le esperan al lector cuando lea “Identidad Suspendida”, de la cual sólo he descrito su ambiente. Por mi parte confío que le dejará una sensación similar a la que yo me formé al leer la novela: asombro.
Por sobre todo es un ejemplo que prueba que para hacer literatura entretenida y profunda no es necesario abrumar al lector con mil páginas de relleno, sino que se puede conseguir algo mucho mejor con un texto breve pero bien hecho, donde cada página nos haga pensar miles de cosas distintas y nos inicie en el descubrimiento de nuestra propia identidad suspendida.
Por mi parte, termino mi comentario en este punto. Yo tampoco quiero pecar de latero escribiendo un comentario muy extenso. No es la idea.
El análisis no solo es preciso en cuanto a los elementos identificados, sino también bastante concreto al momento de expresar…