Por Marcos Taracido
Ritual de la jauría
Tras una contemplación indecisa y silenciosa, se adelantó y pisó uno de los huevos con torpeza, y se apartó corriendo como se salta a una trinchera. Entre los cascarones, un cuerpo contrahecho y húmedo entreabría el pico en espasmos de intermitencia irregular.
Observaron los ojos enormes y estáticos, la contracción del cuerpo como un fuelle roto, las alas que eran brazos desnudos y ateridos. La más pequeña del grupo cogió una piedra enorme para sus dedos diminutos y la dejó caer sobre los restos, y todos se marcharon despacio, frenando la carrera. (En Leve historia del mundo)
Impiedad de las borduras
Concibió a su familia como un mapa. Al Norte, en la aridez del frío, situó a visitadores y demás extraños que mereciesen el cariño y el calor de un día. Habitaban el Este los brotes y retoños, luz que aseguraba su periplo constante por la cartografía. El Sur, reino de la humedad y la calima, era morada de su esposa. En el Poniente perdían sus días los ancestros construyendo una orografía de memorias.
Fue en el lento y tedioso registro de los límites que los perdió a todos. (En Leve historia del mundo).
Pasmo de los mapas
En cada encuentro investigaba su cuerpo con vehemencia. Recorría las venas de los senos y contemplaba la tensión en los pezones. Remontaba la espalda y buscaba los huecos que crecían entre las escápulas como dunas cambiantes; paladeaba todos sus sabores y calibraba con los labios la longitud del vello apenas evidente. Cuando una noche, tomado del hastío de lo frecuentado, se disponía a marcharse, descubrió bajo la axila una peca rojiza y se hundió de nuevo en el periplo. (En Leve historia del mundo).
[Fauna] Homo sine arbitris
Está sentado en una esquina. Dos perros apoyan las cabezas en sus muslos, en duermevela. Él sólo sonríe; sonríe y saluda efusivo con la mano a todo el que le mira. Nadie se para, nadie le sonríe. Sólo algún niño le devuelve el gesto y entonces él se carcajea, y en esa luxación del rostro brota de él como un humor blanco de ventura. (En Teratología).
[Fauna] Homo duplus
Sonríe siempre, y una humedad constante de los ojos favorece el encuentro con otras miradas; no llega a la belleza por una leve neblina que le cubre la cara, pero tratarlo resulta acogedor y confortable, y su cuerpo es fornido y templado y terso, aunque se inclina ligeramente hacia la diestra por el peso del otro: de su costado emerge apenas media cabeza, angustiada y desquiciados los gestos del tormento, respirando como un pez sobre la tierra, desencajados los ojos de buscar el ángulo de otros ojos que huyen. Cadencialmente, emite un vagido como de ballena herida, que apenas se percibe entre las conversaciones. (En Teratología).
[Fauna] Puella disturbata
La columna es una culebra agazapada bajo la piel de la espalda y por ello todo el cuerpo le tiende hacia un extremo, como una vela que fuese ahuecada por el viento. El vello es un césped salvaje y mal podado que crece en brozas erizadas y motea todo el cuerpo en salpicaduras. Está sentada, desnuda, en una pequeña banqueta. La dilatación de las pupilas le ocupa toda la cavidad del ojo, pero su mirada, como desde un río, es apenas lo único que recuerda que todavía es una niña. Un pecho, sólo uno, lleno y tenaz surge como una erupción en su parte derecha, y el pezón que lo corona semeja un bulto en el mármol. Un hombre se acerca por la espalda y le huele con sumo cuidado el cuello mientras su mano izquierda le cubre el seno. (En Teratología).
[Hybrida] Homo alienarum manus
Apenas quedan señales del injerto, poco más que una línea oscurecida que marca una frontera en las muñecas. Del lado de acá no hay contradicciones, y el cuerpo siente suya cada célula y pedazo, como al ver a un vástago elaborar un gesto que es el tuyo, o como cuando a la intención medida de pisar un charco le sigue el movimiento exacto de la pierna para pisar el charco. Del lado de allá vive el otro; le ordena asir y lo hace con pereza, y advierte que alguien le acerca la taza a los labios, o le desata los botones o le ajusta la corbata, siempre demasiado fuerte, demasiado brusco, demasiado otro. Y percibe cómo eluden el apretón de manos; cómo los niños evitan sus rodillas, cómo hay alguien más entre su cuerpo y el de ella. (En Teratología).
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Marcos Taracido (1971, España)es editor de Libro de Notas, sitio donde diariamente se realiza una recopilación de los mejores contenidos en la Red.
Textos del autor en Libro de Notas.
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