LA NIÑA CIEGA
De madrugada de improviso
como fulminada por un
rayo
perdió su inocencia la niña ciega
Se le escapó la sonrisa fácil
trotando ligera y burlona y
la visitaron para siempre
un par de esos ojos que
ven hasta en los rincones más
oscuros
y se le instalaron en la cara
sin permiso de nadie
Dicen que ahora ve
aunque a mí no me consta
pero desde ese día
la acompaña a donde quiera que vaya
un murmullo de
agua
que corre y corre
gotea y gotea
y lo más grave del asunto
está provocando serios daños
en todo el vecindario
Es que con tanta inocencia
tanta oscuridad y
tanta sonrisa
qué otra cosa esperar
APLICADAMENTE, CON ESFUERZO
Aplicadamente intento
mantener los ojos cerrados
para diluir en el sueño el
espanto de la vigilia
pero las luces del día me
picotean los ojos
con agujas mortales y
los abro y los cierro y espero
soñar que no he
despertado, que no ha pasado
nada y que aún hay
calor, que aún
tibieza
que respira a mi lado y
dentro de mí
y me abrazo y le abrazo
(en carne viva) y su
cuerpo frío
y sus ojos inmóviles
me miran trasnochados
y van tejiendo con la
luz de la mañana esa
garra
que no quiere soltarme la
garganta
ALARIDO
Estiré el cuello, más y más y
en el aire atrapé
tu grito
Abrí la boca, grande grande y
me lo
tragué
Ten,
toma,
te regalo mi silencio
LA NAVAJA
La navaja cortó una oreja
cortó otra. La lengua, los
pezones… y todas las partes
de su cuerpo (todas esas así
salientes… que daban hacia afuera)
las cortó lentamente, con cuidado
con amor, con ternura
en pedacitos
las dejó a un lado y
volaron se dispersaron
viajaron lejos como hacia
el horizonte
(una bandada de aves parecían…
de esas que buscan un
mejor clima, que buscan calor)
y viajaban, sin dueña
mirándose extrañados, las
aves, los pezones también la
lengua y lo demás y
viajaban contra el cielo
a favor del viento y también
en contra
acá, donde la navaja, lo
otro quedaba abandonado y
allá en el cielo las aves
sin rumbo fijo intentaban
buscar el calor, ésas que
habían sido cortadas lentamente
con cuidado
con amor
con ternura
en pedacitos
unos dicen que parece que llegaron
al calor (no sé)
otros que todavía vuelan y
vuelan
pero lo otro sigue aquí
sin moverse, mutilado y según
dicen bastante sorprendido
(como que no se recuperara del
asombro y
del filo de la navaja, digo yo)
El adentrarse en la novela de Taro Rivera y peinar canas, me hace viajar a un pasado no lejano y…