Microcuentos de Martín Faunes

Martín Faunes Amigo

Narrador y dramaturgo de alias “Pájaro Pardo”, nace en Santiago de Chile pero trasladado muy pequeño a La Serena, es en esa ciudad del límite del desierto de su país, donde ayudando en libretos de radioteatro, con apenas diez años se inicia como narrador.

El autor, retornará posteriormente a Santiago para estudiar ingeniería en la Universidad Técnica del Estado, y también cine y drama en la Pontificia Universidad Católica; sin embargo La Serena habrá calado en él tan profundo que la mayoría de sus relatos evocarán la atmósfera de esa ciudad nortina que considera su hogar.

Es uno de los directores de la revista de literatura visceral y voyerista Pájaro Pardo, es colaborador además de los diarios La Nación y La Época, y de las revistas Pluma y Pincel, Punto Final y Simpson 7.  Sus novelas Gente que se amaba en baños de trenes y Dos pícaros camaradas y de cómo se iniciaron, se preparan para entrar en prensa.

En la actualidad, ejerce como terapeuta para  recuperar a personas en situación de sufrimiento extremo.  Es, además,  profesor de cuentacuentos para el Proyecto: Tenemos tanto que contar, que la Corporación Letras de Chile desarrolla en conjunto con la Fundación Hogar de Cristo, orientado a hombres y mujeres, adultos mayores, que se han propuesto contarles cuentos a los niños y niñas de las escuelas básicas del lugar en donde viven.

OBRAS

Sus cuentos aparecen en las antologías Javiera Carrera, Ergo Sum, Cuentos de La Época, Andar con cuentos, Quiero contarte que… voces hacia el mañana, y Lecturas de verano, del diario La Nación. En otra faceta de su personalidad, es también autor de Migrating to VSE/ESA 1.3, escrito en Böblingen, Alemania, para una compañía informática internacional, y, además 7 guiones para cine y TV. Ha publicado Tranvía equivocado (Cuarto Propio, 1992); y  como coautor, los libros: Ráfagas de versos y bytes (Mosquito Editores, 1990), Lo duro y lo hermoso al final del Siglo XX (Cuarto Propio/Últimos Tranvías, 1996).

CUENTOS

Ha publicado los libros de cuentos:

Ráfagas de versos y bytes, 1990.

Tranvía equivocado, 1992.

Lo duro y lo hermoso al finalizar el Siglo XX.

Las historias que podemos contar, Volumen Uno, 2002.

Una experiencia para no olvidar, 2003.

Fantasmas en la red, 2003.

–      Diferentes miradas: Las historias que podemos contar, Volumen Dos, 2004.

DISTINCIONES

Ha obtenido primeros premios en los concursos:

-Javiera Carrera, Colonia Italiana, en el encuentro de literatura y plástica Arte-Libertad.

-Ha sido premiado también en los concursos 50 Años de El Siglo, Mila Oyarzún, y

-En dos oportunidades en el concurso de cuentos Diario La Época.

-Su libro Tranvía equivocado fue adquirido por el Ministerio de Educación de Chile para todas las bibliotecas del país.

Lo duro y lo hermoso al final del Siglo XX, contó con el patrocinio de la  Escuela de Teatro de la Pontificia Universidad Católica de Chile.

-Acaba de ganar el Concurso del Fondo del Libro (2007) con el cuento: “El Amor, Tigre De Dos Cabezas: Composiciones Escolares Para Estudiantas Crecidas”.

 

MICROCUENTOS

Martín Faunes

Arrepentimiento de un vendedor viajero

-Homenaje a Miller y a Marley- 

“No desearás la mujer de tu prójimo”

Palabras Santas 

Acúsome, padre, de haber vendido planillas que fallaban en sus cálculos y de malograr los procesos de mis semejantes ya fueran amigos o enemigos. Necesitaba vender, ésa es la razón que puedo darte, Señor, e intentándolo fui por ahí, nómade, penetrando mercados con productos inoperantes. Libera en algo mis culpas el que lo hice por el cumplir mis metas. Y así cumpliendo metas, trashumante, fue mi costumbre desear la mujer de mi prójimo. En aras a eso, en una noche de equivocaciones, debí enfrentarme a un gerente, el bribón me sorprendió con su analista preferida mientras le vendía un optimizador de WEB capaz de tomar puntos a las medias. Es que yo quería ayudarla, santo padre, su marido no la comprendía. Lo supe cuando un sexto sentido me obligó a que me agachara y descubrí bajo el escritorio sus calzones de encaje negros. Quise solucionar su problema entonces, Santo Padre, pero cuando el jefe apareció, fue incapaz de entender cuan santo era lo que yo hacía con ella, de piernas desnudas sobre el escritorio de gerencia. Lo que confieso se lo juro mi Dios, que es lo mismo que ella decía: «¡oh Dios mío!» Y porque no escuchó la plegaria el bribón quiso matarme, pero yo no era el culpable, o no al menos de eso. Me acuso padre, por eso, de mis mentiras y mis trampas, y de que de muy poco de mi vida profesional podría enorgullecerme. Pero no tuve alternativa, me presionaban y presionaban; por eso disparé pero fue en defensa propia. Por eso, se lo pido de rodillas, perdone mis pecados y decláreme «non guilty».

Domingo caluroso en Plaza Brasil

Margarita de labios pintados con pétalos rojos, cruzó la calle Agustinas para sonreírle a los muchachos. Unos mellizos llamados “los parolas”, mocosos de ésos que muchos llaman “de mierda”, nada le dijeron de “Margarita, está linda la mar”, nada tampoco de que “el viento trae aroma sutil de azahares”. Se limitaron a perseguirla lanzándole agua en bolsas plásticas y, tras emboscarla en el quiosco de la banda, estilando como estaba, sin decírselo muy directo, le pidieron pololeo mientras no le dejaban aliento siquiera para que pudiera responderles. La niña dijo “sí” en cuanto pudo, sin importarle que no hubieran sido muy formales. Quizá pensó que si les enrostraba su poca etiqueta podían espantarse, y para qué, si el par ya no paraba de besarla por la cara, por la boca o por donde fuera que pudieran. 

Terrón de azúcar

  Había sido un viaje agotador en extremo, y nosotros, pasajeros no precisamente de primera, nos pasábamos noches y noches procurando a pleno suelo dormirnos, para así soñar con lo que pudiera esperarnos al otro lado del mundo.

Cerca nuestro una familia de asturianos, padre, madre, hija y hermanos menores. La muchacha que dormía sonriendo, en uno de los tantos giros que se dio, dejó escapar un pie blanco por fuera de las mantas.

Entre el vaivén del barco, el piso helado, sus quince años y mis diecisiete todavía sin cumplir, no me fue fácil explicarle lo que pretendía hacer con su dedo gordo del pie en mi boca cuando despertó sorprendiéndome… claro que mucho más me costó explicárselo a su madre.

Pues, has de saber chiquito, que aquella muchacha del pie dulce era nada menos que tu abuela.

* “Terrón de azúcar”, fue publicado por primera en la revista”Noreste”, y en forma posterior en los libros “Ráfagas de versos y bytes” y en “Tranvía equivocado”; así como en varias páginas del WEB, chilenas y extranjeras.