Calamares en su tinta

Por Sonia Cienfuegos

Cuando comenzamos a sentir un zumbidito como ultrasonido que nos volvía locos y nuestros oídos parecían estallar en millones de fragmentos y trastabillábamos y comenzábamos a vomitar  y a enceguecernos con esa luz enorme que se iba transformando en llamarada, en infierno, en hedor a muerte, a despojo y ya no nos veíamos por la humareda densa, acre, con olor a vísceras, a pura desolación y caos,

a lágrimas que parían de ojos que se diluían en humor vítreo y se desintegraban en córneas, cristalinos, miradas que no eran más que imaginación y en las galeras y en los sótanos de los barcos atronaban alaridos/bramidos de bestia original en cautiverio, ALGUIEN alcanzó a preguntarse qué más daba haber sido cigoto o clonoto y ¡qué urdimbre de prejuicios! – pues ambos habían sido realidad -; qué más dio haber nacido de la fusión de óvulo y espermio; del amor o la barbarie; de la incisión certera en la médula ósea o en el cordón umbilical de H o M; de haber sido aprobado o recluido en la Isla de los Indocumentados; qué más daría de quién heredaste el color de tu pelo y tu piel, tu idioma, tu patria acotada y agotada; qué más da entonces, si ya no eres NADA, si ya no somos; si ni siquiera tenemos miedo y el silencio va creando una nueva luz donde NADIE cabe porque no hay NADIE, ni persona humana ni diploide, ni disputa de la palabra HUMANIDAD ni narración ni narradores y los libros NADIE los escribirá, NADIE los leerá porque el Gran Cuento Final ya ha sido escrito. 

Sonia Cienfuegos, en sus propias palabras, «escribe canciones/cartas/cuentos cortos y medianos/discursos. No ha publicado, los lee en plazas públicas, patios familiares y en pequeños teatros». Actualmente participa en el taller de cuentos de Diego Muñoz Valenzuela y es socia asesora de la Corporación Letras de Chile.