Ciudad violenta, de Jim Thompson

Por Miguel de Loyola

Cuando se lee a autores de la llamada novela negra de calidad indiscutible, como los norteamericanos Dashiel Hammentt, Raymond Chadler y Jim Thompson, asaltan dudas respecto a las supuestas diferencias hechas por la crítica literaria en relación a una supuesta calidad menor de este género. Se trata de obras tanto o mejor escritas, con un desarrollo psicológico de los personajes tan acabado como los del propio  Dostoievsky, con una tensión dramática (intriga) todavía más tirante, y además, con finales siempre sorprendentes.

 La novela Ciudad Violenta, de Jim Thompson me parece una obra realmente interesante, con una penetración psicológica de sus personajes bastante más acabada que las hechas por los escritores actuales de mayor importancia en el mercado. Bicho (David Mackena), Mike Hanlon, anciano lisiado dueño del hotel Hanlon, cuya semejanza con el personaje de Paul Auster en su novela El palacio de la luna resulta sospechoso, el alguacil Ford, cuyas deducciones, a su vez, a propósito de los plagios y saqueos entre escritores, me recuerdan al insidioso y asertivo comisario de Crimen y Castigo de Dostoievsky, etc. Todos los personajes de la novela funcionan y van cercando un clima hasta el correspondiente desenlace.

Resulta interesante constatar que la «gran» novela Latinoamérica de las últimas décadas se encamina claramente hacia el género negro, en cuanto a la creación de expectación, y a la estructura tradicional del género: desarrollo – clima y desenlace. Para escribir una novela, basta con tener una buena trama, postulan los autores de este género. Podemos preguntarnos si para otro tipo de novela no se necesita también lo mismo. Estoy pensado en El baile de la victoria, de Antonio Skármeta, En El vuelo de la reina, novela con la cual Thomas Eloy Martínez ganó, al igual que Skármeta, el Premio Planeta, en las novelitas de Roberto Ampuero, en la misma Historias de la niña mala de Vargas Llosa, en El inútil de la familia, de Jorge Edwards…..Las ejes narrativos de estas novelas son de corte  policial y sus estructuras obedecen más claramente a los cánones del género negro.

Cabe preguntarse qué está pasando hoy con la novela, hacia dónde avanza o retrocede. ¿No será que los autores se han vendido al mercado? ¿No será que el hombre de nuestro tiempo se cansó de denunciar los problemas del hombre y ahora solo le importa pasarlo bien, tener éxito, dinero, poder? ¿Qué autor importante se escapa hoy al exitismo imperante, qué pasó con la novela que buscaba liberar al hombre del hombre?

Tengo la impresión de que la novela ha vuelto a ser un objeto de entretención para la gran burguesía, como lo fuera en el siglo XVIII y XIX. Hoy en el mundo existen todavía mayor número de almas ociosas. La longevidad sigue avanzando y la novela, por cierto, es un extraordinario objeto de entretención.